
Quiero compartir con vosotros mi experiencia de los tres días de ayuno macrobiótico que hice en la casa taller Casasaluz de Villanueva de la Tobera, un pequeño pueblo entre Vitoria y Miranda de Ebro, en plena naturaleza.
En macrobiótica se recomiendan ayunos en el cambio de estaciones para preparar a nuestro organismo para la entrada a la nueva etapa del año. El otoño es época de reflexión, de interiorización. La depuración macrobiótica no sólo busca la eliminación de toxinas a nivel orgánico sino también a nivel de pensamiento y de emociones. En tres día es difícil "depurarse" tanto a nivel orgánico como emocional pero es suficiente para marcar unas pautas a nivel dietético y para identificar aquello que aún queda por trabajar. Según Noa y Javier, los regentes de la casa taller, estos tres días de depuración sirven para darnos cuenta de lo que todavía nos queda por hacer. En el día a día a veces es difícil pararnos y escuchar nuestro cuerpo ante determinados alimentos o emociones. El hecho de estar con un grupo de personas que comparten las mismas inquietudes en un entorno privilegiado rodeado por naturaleza en estado puro nos acerca más a nosotros mismos y nos conecta con nuestra esencia.
Durante estos días la dieta estuvo basada en cereal ecológico, en la "semilla de la vida": trigo, mijo, arroz integral acompañado de encurtidos (chucrut y otros vegetales lactofermentados) que favorecen la desintoxicación. La macrobiótica basa la alimentación en el grano que es donde se concentra la vida (Macro-biótica procede del griego MakrosBios "gran vida"). Normalmente se acompaña con proteína vegetal como seitán, tofu, etc. pero en la depuración sólo se consume el grano. Otro de los principios básicos de la macrobiótica es que el alimento se ha de masticar 40 veces en la boca antes de tragarlo para facilitar el proceso de digestión y evitar que se produzcan residuos dentro del organismo. Durante la comida de depuración se recomienda no hablar y de este modo facilitar el proceso digestivo.
Después de la comida nos quedábamos charlando en la mesa sobre temas de interés e incluso de conflictos personales que las personas exponían para que el resto del grupo aportara su punto de vista. Después dábamos un paseo por los alrededores para contemplar las maravillosas puestas de sol sobre los montes del condado de Treviño.
Por la mañana nos levantábamos y hacíamos ejercicios de consciencia corporal que podían consistir en estiramientos, yoga, etc. Las clases se improvisaban y no había un criterio fijo a seguir. Tuvimos la suerte de contar con Pedro, un profesor de Hatayoga que nos impartió una clase de iniciación. Carmen, una terapeuta de re-estructuraciónpostural y seguidora de Jorge Carvajal nos hizo conectar con nuestra energía sutil para armonizar nuestros chackras.
La última noche hicimos el "intercambio" de objetos personales. Consistía en llevar un objeto personal de casa que tuviera un significado especial para cada uno de nosotros como acto de "desapego" dentro del proceso de depuración. Yo llevé un pequeño bolso que compré en un mercado rural en mi viaje a Bolivia en 2006, viaje que marcó mi inicio del cambio profesional.
Cada uno tenia que escoger un objeto que había dejado otro compañero del grupo. Al final sólo quedó un objeto: una camiseta que marcó una etapa pasada de Idoia. Decidimos hacer una hoguera para quemarla y muchos otros aprovecharon para desapegarse de pensamientos, emociones y reflexiones que escribían en un papel y echaban al fuego. ¡Yo misma lo hice!
Algunos se olvidaron de traer el recuerdo personal e improvisaron. Como Karmele, que compró en Treviño un bote de puerros confitados que tubo también mucho éxito :-)! (¡puede ser porque estábamos hambrientos!)
Doy las gracias a todos los que compartieron esos días conmigo en Casa Saluz: Txus, Gurutzne, Georgina, Marige, Karmele, Idoia, Pedro, Iratxe, y Oscar entre otros por compartir momentos cargados de energía positiva provocados por una unidad de grupo con un mismo objetivo.
En macrobiótica se recomiendan ayunos en el cambio de estaciones para preparar a nuestro organismo para la entrada a la nueva etapa del año. El otoño es época de reflexión, de interiorización. La depuración macrobiótica no sólo busca la eliminación de toxinas a nivel orgánico sino también a nivel de pensamiento y de emociones. En tres día es difícil "depurarse" tanto a nivel orgánico como emocional pero es suficiente para marcar unas pautas a nivel dietético y para identificar aquello que aún queda por trabajar. Según Noa y Javier, los regentes de la casa taller, estos tres días de depuración sirven para darnos cuenta de lo que todavía nos queda por hacer. En el día a día a veces es difícil pararnos y escuchar nuestro cuerpo ante determinados alimentos o emociones. El hecho de estar con un grupo de personas que comparten las mismas inquietudes en un entorno privilegiado rodeado por naturaleza en estado puro nos acerca más a nosotros mismos y nos conecta con nuestra esencia.
Durante estos días la dieta estuvo basada en cereal ecológico, en la "semilla de la vida": trigo, mijo, arroz integral acompañado de encurtidos (chucrut y otros vegetales lactofermentados) que favorecen la desintoxicación. La macrobiótica basa la alimentación en el grano que es donde se concentra la vida (Macro-biótica procede del griego MakrosBios "gran vida"). Normalmente se acompaña con proteína vegetal como seitán, tofu, etc. pero en la depuración sólo se consume el grano. Otro de los principios básicos de la macrobiótica es que el alimento se ha de masticar 40 veces en la boca antes de tragarlo para facilitar el proceso de digestión y evitar que se produzcan residuos dentro del organismo. Durante la comida de depuración se recomienda no hablar y de este modo facilitar el proceso digestivo.
Después de la comida nos quedábamos charlando en la mesa sobre temas de interés e incluso de conflictos personales que las personas exponían para que el resto del grupo aportara su punto de vista. Después dábamos un paseo por los alrededores para contemplar las maravillosas puestas de sol sobre los montes del condado de Treviño.
Por la mañana nos levantábamos y hacíamos ejercicios de consciencia corporal que podían consistir en estiramientos, yoga, etc. Las clases se improvisaban y no había un criterio fijo a seguir. Tuvimos la suerte de contar con Pedro, un profesor de Hatayoga que nos impartió una clase de iniciación. Carmen, una terapeuta de re-estructuraciónpostural y seguidora de Jorge Carvajal nos hizo conectar con nuestra energía sutil para armonizar nuestros chackras.
La última noche hicimos el "intercambio" de objetos personales. Consistía en llevar un objeto personal de casa que tuviera un significado especial para cada uno de nosotros como acto de "desapego" dentro del proceso de depuración. Yo llevé un pequeño bolso que compré en un mercado rural en mi viaje a Bolivia en 2006, viaje que marcó mi inicio del cambio profesional.
Cada uno tenia que escoger un objeto que había dejado otro compañero del grupo. Al final sólo quedó un objeto: una camiseta que marcó una etapa pasada de Idoia. Decidimos hacer una hoguera para quemarla y muchos otros aprovecharon para desapegarse de pensamientos, emociones y reflexiones que escribían en un papel y echaban al fuego. ¡Yo misma lo hice!
Algunos se olvidaron de traer el recuerdo personal e improvisaron. Como Karmele, que compró en Treviño un bote de puerros confitados que tubo también mucho éxito :-)! (¡puede ser porque estábamos hambrientos!)
Doy las gracias a todos los que compartieron esos días conmigo en Casa Saluz: Txus, Gurutzne, Georgina, Marige, Karmele, Idoia, Pedro, Iratxe, y Oscar entre otros por compartir momentos cargados de energía positiva provocados por una unidad de grupo con un mismo objetivo.