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Nuestra primera parada fue en la ciudad de Santa Cruz, donde pasamos el primer día. El departamento que recibe el mismo nombre es el más poblado del país, seguramente por su mayor calidad de vida. Muchos habitantes de este departamento reclaman su independencia.
Desde Santa Cruz volamos a la Paz, sede del gobierno boliviano, que se erige en el altiplano y está rodeada por los Andes (3.650 m de altitud). En el trayecto desde el aeropuerto hasta la ciudad se puede contemplar todo su esplendor desde la ciudad de "El Alto". Las calles de esta ciudad se caracterizan por su constante ascenso, que junto con la altitud, dificulta poder visitarla sin tener que recurrir al remedio para "el mal de altura": las hojas de coca.
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Viajamos a Bolivia el agosto del 2006.
Cristina, mi amiga llegó en marzo para incorporarse a un proyecto de Médicos sin Fronteras en la ciudad de Sucre, capital constitucional del país. Bolivia es un país con grandes contrastes climáticos y paisajísticos. Desde Santa Cruz a 437 m sobre el nivel del mar, pasando por la Sucre a 2.750 m, para acabar en el Salar Uyunia 3.660 de altitud.
Cristina, mi amiga llegó en marzo para incorporarse a un proyecto de Médicos sin Fronteras en la ciudad de Sucre, capital constitucional del país. Bolivia es un país con grandes contrastes climáticos y paisajísticos. Desde Santa Cruz a 437 m sobre el nivel del mar, pasando por la Sucre a 2.750 m, para acabar en el Salar Uyunia 3.660 de altitud.
Nuestra primera parada fue en la ciudad de Santa Cruz, donde pasamos el primer día. El departamento que recibe el mismo nombre es el más poblado del país, seguramente por su mayor calidad de vida. Muchos habitantes de este departamento reclaman su independencia.
Desde Santa Cruz volamos a la Paz, sede del gobierno boliviano, que se erige en el altiplano y está rodeada por los Andes (3.650 m de altitud). En el trayecto desde el aeropuerto hasta la ciudad se puede contemplar todo su esplendor desde la ciudad de "El Alto". Las calles de esta ciudad se caracterizan por su constante ascenso, que junto con la altitud, dificulta poder visitarla sin tener que recurrir al remedio para "el mal de altura": las hojas de coca.
En la Paz nos encontramos con Cristina, que viajó desde Sucre para coger juntos el vuelo que nos tenía que llevar a Rurerabaque, en el departamento del Beni, la amazonia boliviana. Desde esta ciudad partimos en una canoa hacia una aldea en medio de la pampa, para conocer mejor la naturaleza y fauna de la zona. ¡El viaje fue toda una aventura! La verdad es que no nos esperábamos lo que nos pasaría durante el ascenso de uno de los afluentes del río Beni, que duró más de 7 horas!. Cuando empezó a oscurecer nos encontrados rodeados por una enorme ciénaga. Las hierbas se enredaban en el motor y mi amigo Pedro tuvo que ayudar al guia del tour a avanzar con la canoa usando un largo palo como remo! Ya de noche, mientras nos íbamos abriendo camino entre la espesa ciénaga, Cristina alumbraba con una linterna para que no nos desviáramos del cauce del río. Fue entonces cuando vimos unas pequeñas luces rojas amenazadoras que nos vigilaban: eran los cocodrilos que habíamos visto durante el día tomando el sol y que ahora se preparaban para llenar su estómago ;)